Para las elecciones presidenciales de Brasil 2010, se registraron 2363 electores en Berlín, 3037 en Múnich y 3133 en Fráncfort. Esto, naturalmente, es sólo la punta del iceberg. La embajada brasileña no dispone de estadísticas precisas ya que el registro es voluntario.
Aún así, la frecuencia con que se oye el portugués o el acento brasileño en las calles de la capital o de otras grandes ciudades alemanas no deja dudas: la concentración de brasileños que residen en el país es grande.
¿Qué es lo que los atrae a la tierra de Bach, Goethe y Beckenbauer? Un gran porcentaje, sin duda, se compone de los descendientes de los alemanes que emigraron en los siglos 19 y 20, poblando en especial la religión del sur de Brasil: es el regreso de la ola de migración.
Otro motivo frecuente para la emigración es la unión con una pareja alemana o el estudio en una de las universidades del país cuya reputación internacional se mantiene sólida, marcando una “diferencia en la carrera” para los jóvenes ambiciosos. El creciente acercamiento comercial entre los países también ha llevado a muchos brasileños a atravesar el océano por motivos profesionales.
Una parte de los brasileños también viene en una romántica búsqueda por una Alemania mítica: la de sus ídolos y maestros a distancia – que se llaman Nietzsche, Richard Wagner, Pina Bausch, Heiner Müller o Karl Marx.
Pero en el día-día, la distancia entre el país tropical y la fría Alemania es enorme. Otros hábitos, otras reglas, otros códigos de comunicación y afecto, comida diferente, una lengua extraña.
Pero distante no significa inalcanzable, y la ayuda también viene por medio del “www”. “Vivir en Alemania”, “Brasileños en Alemania”, “Web-Brasil”, “Salir de Brasil”, las secciones informativas de DW_LINK_SHORT: este y muchos otros sitios de internet facilitan la adaptación, anticipando conflictos y dudas, compartiendo experiencias y ofreciendo solidaridad.
Las sugerencias van desde cursos financiables de alemán y soluciones a problemas burocráticos, hasta donde encontrar frijoles negros, chayote y guayaba – delicias que el brasileño “típico” no cambia ni por el manjar europeo más refinado. En cuanto a la caipiriña, hace por lo menos una década que es estándar en la carta de los restaurantes y bares de Alemania, lado a lado con los clásicos margarita, piña colada o sex on the beach.
¿Qué sería de los equipos de la Bundesliga sin un Grafite, Cacau, Diego, Dedê y tantas otras estrellas brasileñas? Pero – y este es uno de los prejuicios positivos que terminan siendo una desventaja – Brasil no es sólo fútbol. En Alemania hay, obviamente, un número respetable de brasileños activos en todas las áreas profesionales, desde negocios y gastronomía hasta la ciencia y la enseñanza.
En el campo de la cultura, muchos prestan su talento a la escena local – sin recurrir necesariamente al bono del exotismo -, ya sea en las artes plásticas, teatro, cine, en la música erudita o popular.
También es intenso el trabajo de aquellos que promueven la cultura nacional en el exterior, como lo comprueban las abundantes muestras de cine brasileño en Colonia, Hamburgo o Stuttgart, los eventos regulares como el Move Berlim, dedicado a la danza; o los varios grupos corales especializados en la música popular brasileña.
Todos estos aspectos muestran la fuerte presencia brasileña en Alemania, y también el alto grado de interés de los alemanes por Brasil. Gracias a la creciente importancia de las energías alternativas, a la Copa del Mundo 2014 y a las Olimpiadas 2016, el interés tanto económico como político sobre la potencia sudamericana está garantizado para los próximos años.
Con tantos eventos mundiales a la vista, los próximos años darán a los alemanes y brasileños buenas oportunidades para conocerse mejor. Para algunos la posibilidad para liberarse de clichés persistentes, tanto negativos – la “frialdad”, la “rigidez” de los alemanes – como positivos – su incuestionable eficiencia.
Para otros será la oportunidad para superar creencias equivocadas: no, en Brasil no se habla español; el ritmo nacional no es la salsa; y tampoco todo el mundo es guapo, de piel oscura, ni de “sangre caliente”, etc., etc., etc… Y aún más: ¡no todos los brasileños juegan, se interesan por o siquiera les gusta el fútbol!
Algunos hechos son difíciles de digerir. Y este, cuando se revela, tiende a provocar reacciones de choque, incredibilidad, decepción. Pero, en fin, la verdad a veces también duele. Y siempre es bueno recordar: nobody’s perfect – tampoco nosotros…