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Un artista cosmopolita en el pueblo de Berlín

La sintonía entre vida y obra es el ideal que Alex Flemming, originario de São Paulo, conquista con admirable naturalidad. En la capital alemana el artista encuentra un equilibrio entre lo cosmopolita y lo provinciano del país.

Mercado de pulgas de domingo en el parque Mauerpark, en la capital alemana. Una polifonía de colores, música y voces, olores de comida, gente de las más diversas clases sociales y nacionalidades. Del oro al plástico, los objetos expuestos abarcan tanto antigüedades valiosas y artesanía refinada como las baratijas más atroces.

El artista brasileño de artes plásticas Alex Flemming se sumerge todo el fin de semana en este “lujo de basura” cada vez que se encuentra en Berlín. La plaza de mercado al aire libre es la cara del Prenzlauer Berg, “su” barrio.

“Me gusta mucho el Berlín del este, para mí es el Berlín verdadero. Me gusta Mitte, el Prenzlauer Berg y Friedrichshain. Me gusta andar aquí por los bares del Prenzlauer Berg. La vida aquí hasta ahora es gentil. Es diferente a Mitte, que acabó muy gentrificado, muy correcto, muy burgués y sin espacio para grandes aventuras.”

Su primera estancia en la metrópolis, en 1986, fue por invitación oficial de la entonces Alemania del Este. Además de ser nieto de una alemana, Flemming quería conocer la vida al otro lado de la Cortina de Hierro. Pero después de sólo seis meses regresó, desilusionado con el régimen comunista, que vivió como “una dictadura mucho peor que la brasileña”.

“Belleza es fundamental”

Flemming considera el contenido, el concepto, esencial para el arte, “para que no se haga algo que ya está hecho, para que la obra sea un paso para adelante”. Pero el color y la forma tienen la misma importancia – “plus belleza”:

“Creo que la belleza es fundamental. Aún si hablara de guerras, contra la tortura, contra las cosas horribles de este mundo, la obra de arte final, que denuncia eso, tiene que ser bella, seductora, maravillosa, deslumbrante. En ese punto, soy – no diré que una persona de contrarreforma – soy clásico”.

Otra triada temática ocupa a Alex Flemming desde hace años: “Cuerpo, religión y arquitectura son tres cosas que, desde mi punto de vista, están estrechamente conectadas entre sí. Para mí, el ser humano es el centro del universo. Por eso, entonces, el cuerpo humano, la belleza del cuerpo humano, la idea fundamental de preservar al cuerpo humano. Y hay dos cosas que yo creo que están directamente conectadas con esa preservación: una es la arquitectura que el hombre crea para protegerse de la intemperie y la naturaleza, y la segunda es la religión, que el hombre crea para protegerse de su propia cabeza, de si mismo, para protegerse psicológicamente.”

Código de barra cultural

Después de haber atravesado medio mundo, el paulista de 56 años parece sentirse perfectamente en casa en Prenzlauer Berg. El barrio de moda en plena metrópolis mundial – “Prenzl”, para los entendidos. Parecería un pequeño pueblo; todo el mundo le habla por su nombre y Alex Flemming emprende una conversación en cada lugar al que entra: en el estudio donde revela sus fotos, el café que frecuenta, el restaurante vietnamita, donde come el mismo plato de tofu prácticamente todos los días.

Para el brasileño, la actividad artística exige un contexto, un medio ambiente propicio. Es el intercambio, tanto entre los diferentes creadores como de estos con la sociedad. Flemming celebra esa diversidad y comunicación en Alturas, una serie que se inició en 1988 y todavía sigue in progress, 12 años después.

Cada tela de 2 m × 1,60 m muestra seis o siete rectas verticales coloridas, de diferentes tamaños, acompañadas de nombres. Son registros de la altura exacta de representantes de diversas áreas culturales, que han visitado el estudio de Flemming y cuya obra el admira, independientemente del grado de fama que tengan: Gilberto Gil, Marianne Sägebrecht, Bruno Ganz, comparten el espacio con Ney Matogrosso, Michael Nyman, João Moreira Salles, entre muchos otros.

“De esto resulta una tela concreta, geométrica, por lo tanto nada abstracta. Conceptual, sin duda, pero extremamente realista”, explica el artista. “Es, al mismo tiempo, un código de barra de la cultura, porque son varias personas, una al lado de otra, dialogando entre si. Cultura sólo existe con varias personas, con varios puntos de vista diferentes, en campos diferentes, dialogando y respetándose entre si.”

La sintonía entre vida y obra es un ideal constante entre los artistas. Alex Flemming lo consigue con naturalidad. Pensamiento crítico y conciencia política son parte de su vida diaria, igual que las telas, pinturas y pinceles. Y Berlín – contemporáneo e histórico, cosmopolita y provinciano al mismo tiempo – parece ser el escenario ideal para tal hazaña.

Autores: Augusto Valente
Editora: Claudia Herrera Pahl

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