Se piensa en sushi, mangas y una estridente cultura pop, en alta tecnología y geishas, en resumen en un país lejano con usos y costumbres totalmente diferentes. A parte de estos clichés nuestra idea de Japón está marcada por imágenes de catástrofes naturales. Los terremotos de Kobe en 1995 y el seismo de Tohoku en 2011 con el tsunami que provocó y sus terribles efectos sobre la central nuclear de Fokushima, desataron nuevas discusiones en todo el mundo sobre la seguridad de las centrales nucleares.
Los menos saben que en Alemania viven unos 30.000 japoneses, que las relaciones entre ambos países son sorprendentemente variadas y que tienen una historia muy particular. Muchos recuerdan sobre todo el lazo de unión de Japón con los nazis, establecido en el Pacto Anti-Komintern y el pacto de las Tres Potencias. Este nada honroso capítulo de la historia de las relaciones germano niponas no debe ser sobreseído, ni distorsionar la visión de otros capítulos del intercambio entre ambos países. Pues ya en 1861 Japón firmó un Tratado de Amistad, Comercio y Navegación con Alemania. Y la primera Constitución japonesa moderna tuvo como modelo la Constitución prusiana. Tras la Segunda Guerra Mundial Japón buscó socios para su reconstrucción que lo proveieran de acero y maquinaria y lo halló en la Cuenca del Ruhr. Hoy el comercio entra Japón y la República Federal no se limita al acero y la maquinaria, se cultiva un amplio intercambio. Alemania es considerada el socio más importante de Japón en Europa.
Es interesante saber que Japón no solo cuidaba sus relaciones con la República Federal sino también con la Alemania Socialista. A pesar de su caracter capitalista el sistema económico japonés, a base de importación de Know-How y adquisición de licencias, despertó el interés del gobierno de la RDA. Estimulado por la idea de modernizar la industria de la Alemania del Este por vias similares, el estado socialista importó el Know-how japonés, sobre todo en los campos la electrónica y la química. Japón veía por su parte en el comercio con el este una posibilidad de compensar sus bajones de exportación a los EE.UU. y a Europa.
Una historia de la importación de Know-how fuera de las vías oficiales se tuvo lugar en la población de Suhl en Turingia. El gastrónomo Rolf Anschütz se decidió a sustituir en 1966 el chucrut por los sushis y los rellenos de col por los Sashimi y transformó su restaurante “Waffenschmied“, hasta entonces especializado en cocina turingia, en un restaurante japonés. Hasta 1981 el „Waffenschmied“ fue el único restaurante de la RDA que ofrecía comida japonesa. El éxito del restaurante también es patente en el hecho de que las reservas de mesa llegaron a tener que hacerse con dos años de antelación. El director de cine Carsten Fiebeler ha plasmado la historia de Rolf Anschütz en su película „Sushi en Suhl“, que se estrenó en los cines alemanes en octubre de 2012.
Japón y Alemania se inspiran mutuamente no sólo en el ámbito culinario si no también culturalmente. Uno de los más prominentes amantes de la cultura japonesa fue Augusto el Fuerte, Príncipe Elector de Sajonia y rey de Polonia. Coleccionaba con fruición porcelana japonesa y finalmente fundó en Meissen la aun hoy famosa manufactura de porcelana. En el Palacio Zwinger de Dresde se pueden ver más de mil objetos de la colección de Augusto el Fuerte.
Los japoneses por su lado se muestran fanáticos de la música clásica alemana. La orquesta estatal de Dresde toca con regularidad en Japón desde 1973 y algunos músicos consideran estos conciertos en el archipiélago nipón como de casa debido a su asiduidad. Por otro lado la Escuela Superior de Música Robert Schuman de Düsseldorf es uno de los lugares predilectos de los japoneses para su formación musical.
En Düsseldorf viven unos 7000 de los 31.400 japoneses asentados en Alemania. Esto es debido a que la ciudad del Rin tras la Segunda Guerra Mundial quedaba muy bien emplazada para Japón. La navegación hasta puertos importantes como Roterdam y la proximidad a la Cuenca del Ruhr fueron importantes factores para su asentamiento en la capital de Renania del Norte Westfalia. Hoy en Düsseldorf hay establecidas más de 300 empresas japonesas con casi 30.000 empleados . Entretanto se ha creado una importante infraestructura nipona. Desde comercios de alimentos, panaderías, peluqueros, librerías y bares con Karaoke japoneses, hasta televisión japonesa por satélite, en Düsseldorf se encuantra casi de todo para que los habitantes de origen nipón no tengan excesiva añoranza de su país.
Aun cuando en Alemania los japoneses que viven en ella son conocidos porque viven sobre todo en comunidades japonesas, muchos de ellos se consideran amantes de Almania. Sus motivaciones se encuentran prioritariamente en el mundo del trabajo. En Alemania los japoneses disfrutan de la clara división entre vida laboral y profesional. A muchos japoneses también les atrae a la República Federal la mayor disposición de días de vacaciones y la jornada de trabajo más corta. Naturalmente que las diferencias entre alemanes y japoneses son patentes. Los japoneses son considerados extremadamente corteses y cuidadosos, lo que por desgracia casi cae en el cliché de que son incapaces de mostrar sus emociones. Pero cuando se agudiza la mirada se perciben sorprendentes parecidos. Pues la precisión, la laboriosidad y la seriedad son cualidades que se le atribuyen tanto a los japoneses como a los alemanes.
El interés que ambos muestran por la cultura del otro sumado a esas cualidades se puede considerar una buena base para unas relaciones enriquecedoras.