Según datos oficiales, en Alemania viven hoy unos 4400 mongoles, la mayoría de ellos en Berlín. Muchos estudiaron en Berlín Oriental e intentaron después labrarse un porvenir en la Alemania unificada. Algunos lo consiguieron; otros no. Y los que retornaron a Mongolia envían hoy a sus hijos a estudiar a Alemania.
La República Federal de Alemania estableció en 1974 relaciones diplomáticas con la Mongolia socialista. Ese año se fundó en Bonn la “sociedad germano-mogola” para llenar de contenido el tratado cultural entre ambos países. Su actividad se concentra en las relaciones académicas. La sociedad publica anualmente la revista “Mongolische Notizen”, entre cuyos temas destacan los análisis sobre temas políticos, economía, historia y cultura del país asiático. La publicación informa, además, sobre proyectos bilaterales.
Existen otras asociaciones mongolas o germano-mongolas que organizan encuentros regulares, ofrecen cursos de idioma, ayudan en procesos burocráticos e incentivan el intercambio cultural. Con todo, no se puede hablar de una auténtica comunidad mongola. La asociación berlinesa “Maidar e.V.” intenta preservar la cultura y el idioma mongoles en Alemania, pero lamenta el escaso interés de su comunidad. El deseo de integrarse en Alemania es, a menudo, mayor que la necesidad de cuidar la propia cultura, afirma Alimaa Amgalan, presidente de la asociación. La mayoría de las familias mongolas habla alemán en su casa. No obstante, sí existe un elemento de unión: el club deportivo berlinés Tsog-Mongol es punto de encuentro de mongoles residentes en la capital alemana. Y aunque la cultura no sea el tema principal, la práctica de un hobby común también une.
…significa aprender de la naturaleza. El país asiático es 4 veces mayor que Alemania y, con tan sólo 3 millones de habitantes, posee la menor densidad poblacional del planeta. La mitad de los mongoles vive en el campo y muchos de ellos son ganaderos y nómadas. Con sus yurtas, conocidas en Mongolia como “ger”, se trasladan a través de la estepa en busca de pastos para sus rebaños. Y con los mongoles, también llegaron a Alemania las yurtas. Para algunos alemanes constituyen una alternativa a las típicas casitas de madera con huerto de las afueras de las ciudades; para otros se han convertido en una filosofía de vida: una vivienda alternativa para integrarse en el entorno. Los mongoles y sus yurtas sirvieron incluso de inspiración para los Urban Nomads, un proyecto germano-mongol que invitó a investigadores internacionales y a artistas a examinar el nomadismo moderno en la gran ciudad y a analizar el desarrollo urbano desde una perspectiva crítica. En Alemania, se puede, además, pasar unas vacaciones en un “ger”.
Alemania es el mayor socio comercial de Mongolia en la UE. Una relación privilegiada que se pretende ampliar. En 2011 se firmaron acuerdos de cooperación de amplio alcance en el sector de materias primas. Mongolia es uno de los países del mundo de mayor riqueza en recursos minerales, como cobre, plata, uranio y tierras raras. Pero muchos mongoles temen que sus tesoros naturales se malvendan al extranjero. Por ello, el gobierno mongol espera de otros países una transferencia de conocimientos, así como ayudas a la creación de una industria nacional de tratamiento de materias primas. El 4 de septiembre de 2014 se inauguró en Nalaikh, cerca de Ulán Bator, una escuela superior germano-mongola de materias primas y tecnología. Aquí se formará mano de obra especializada con la ayuda de expertos alemanes. Esto podría ser el principio de una cooperación justa y sustentable.